Carta de
Piotr Kropotkin a Francisco Ferrer i Guardia
Sr. D. Francisco Ferrer.
Querido compañero y amigo:

En todo esto, no hay duda que la
obra de la escuela más perfecta será dificultada siempre mientras la familia y
la sociedad obran en dirección opuesta; pero la escuela ha de reaccionar ante
estos dos factores. Y puede hacerlo, por la influencia personal de los que enseñan
y por el modo de enseñar. Para esto se necesitan evidentemente crear poco a
poco nuevas exposiciones de todas las ciencias concretas en lugar de los
tratados metafísicos actuales, societarios –“asociacionistas”, permítaseme la
palabra- en lugar de individualistas; y de los tratados “populares” hechos
desde el punto de vista del pueblo, en lugar del punto de vista de las clases
acomodadas, que domina en toda la ciencia actual y sobretodo en los libros de
enseñanza.
Respecto a la historia, y a la
economía social, es evidente, nadie lo duda. Pero lo mismo sucede respecto a
todas las ciencias, la biología, la fisiología de los seres vivos en general,
la psicología y hasta respecto a las ciencias físicas y matemáticas. Tómese,
por
ejemplo, la astronomía: ¡Qué
diferencia cuando se enseña desde el punto de vista geocéntrico, del que
resulta concebido y enseñado desde el heliocéntrico, y de la que será enseñada
desde el punto de vista de los infinitamente “pequeños” que recorren los
espacios, cuyos choques en números infinitos producen a la larga las armonías
celestes¡ O bien tómense las matemáticas cuando se enseñan como simples
deducciones lógicas de signos que han perdido su sentido original y no son más
que signos tratados como entidades, y cuando se enseñan como expresiones
simplificadas de hechos que son la vida infinita e infinitamente variada de la
misma naturaleza. Jamás olvidaré la manera con que nuestro gran matemático
Tchebycheff nos enseñaba en la universidad de San Petersburgo el cálculo integral.
Sus integrales, cuando al escribir los signos convenidos decía: “Si tomamos, en
tales límites, la suma de todas las variaciones infinitamente pequeñas que
pueden sufrir las tres dimensiones de tal cuerpo físico, bajo la influencia de
tales fuerzas”. Cuando hablaba así sus integrales eran signos vivos de cosas
vivas en la naturaleza, mientras que para otros profesores esos mismos signos
eran materia muerta, metafísica, y carecían de todo sentido real.
Ahora bien; la enseñanza de
todas las ciencias, desde las más abstractas hasta las ciencias sociológicas y
económicas y la psicología y fisiología del individuo y de las multitudes,
exige ser reconstruida para ponerse al nivel de lo que impone ya la misma ciencia
actual.
Las ciencias han progresado de
una manera inmensa durante el último medio siglo pero la enseñanza de estas
ciencias no ha seguido el mismo desarrollo.
Han de marchar al mismo paso, y
esto, de una parte para que la instrucción no sea un obstáculo al desarrollo
del individuo, y también porque el ciclo de la instrucción necesario en este
momento se ha ensanchado de tal modo, que con el esfuerzo de todos es preciso elaborar
los métodos que permitan la economía de las fuerzas y de los tiempos
necesarios.
En otro tiempo, los que se
dedicaban a una carrera de cura, de sabio o de gobernante, eran los que
estudiaban, y no reparaban en emplear en sus estudios diez o quince años. Ahora
todo el mundo quiere estudiar, desea saber, y el productor de las riquezas, el
obrero, es el primero que lo exige para sí. Pues sí; puede estudiar, debe
saber.
No debe quedar un solo ser
humano a quien el saber –no el semi/saber superficial, sino el verdadero saber- se le niegue
por falta de tiempo o de medios.
Hoy, gracias a los progresos
inauditos del siglo XIX, podemos producir todo lo necesario para asegurar el bienestar
de todos. Y al mismo tiempo podemos dar a todos el goce del verdadero saber.
Más para esto han de reformarse los métodos de enseñanza.
En nuestra escuela actual,
formada para hacer la aristocracia del saber, y dirigida hasta
el presente por esa aristocracia
bajo la vigilancia de los clérigos, el derroche de tiempo es colosal, absurdo.
En las escuelas secundarias inglesas, al tiempo reservado para la enseñanza de
las matemáticas se le cargan dos años para los ejercicios sobre la transformación
de los yards, perches, poles, miles, bushels y otras medidas inglesas. En todas
partes la historia en la escuela es tiempo absolutamente perdido para aprender nombres,
leyes incomprensibles para los niños, guerras, mentiras convencionales… Y para cada
materia, el derroche del tiempo alcanza proporciones vergonzosas.
En último término habrá que recurrir a la enseñanza
integral; la enseñanza que por el ejercicio de la mano sobre la madera, la
piedra y los metales, habla al cerebro y le ayuda a desarrollarse. Se llegará a
enseñar a todos el fundamento de todos los oficios lo mismo que de todas las
máquinas, trabajando sobre el banco y el tornillo, modelando la materia bruta, haciendo
por sí mismo las partes fundamentales de todas las cosas y máquinas, lo mismo que
los mecanismos y las transmisiones de fuerza a que se reducen todas las
máquinas.
Se deberá llegar a la integración del trabajo manual con
el trabajo cerebral que predicaba ya la Internacional, y que se realiza ya en
algunas escuelas, sobre todo en Estados Unidos, y entonces se verá la inmensa
economía de tiempo que se realizará con los jóvenes cerebros, desarrollados a
la vez por el trabajo de la mano y del pensamiento. De este modo, en cuanto se
piense seriamente en ello, se hallará el medio de economizar el tiempo en toda la
enseñanza.

Mis vehementes deseos de éxito a L´Ecole Renové.
Saludo fraternal.
Excelente carta, sencillamente sublime, sencillamente Kropotkin.
ResponderEliminarChingón proyecto carnal, saludos cambativos, anarquía y libertad!