“De pronto
una gran sombra por la estancia se advierte…
Todos quedamos mudos a la invisible
suerte…
Temblando, por las sombras, pasó una
sombra fuerte…
Y, todos sollozamos presintiendo la
muerte…”
José Domingo Gómez Rojas (Elegías, Editorial Nascimiento1935)

Obra protagonizada por Aniceto Hevia. Visiblemente Manuel plasma desde el fondo de su ser, escribiendo con
la sangre de sus recuerdos, la relación personal que tuvo con el movimiento ácrata en esos años, y su especial relación con J. D. Gomez Rojas. Los sentimientos, la jovialidad y tristeza. Los libros, las charlas literarias, el hambre, los conventillos, las reuniones a la orilla del Río Mapocho. Su enorme
amistad personificada como Daniel Vásquez, el poeta cohete ."sus conocimientos literarios eran muy superiores a los mios y me dio consejos, que me parece no haber aprovechado, animándome a seguir un camino que a él le fue cortado en plena repechada".
Sombras
contra el muro
“Daniel apareció en una tarde en el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer, muy joven,
delgado, moreno, más bien bajo, limpio y casi elegante, aunque su
elegancia consistía sólo en que su ropa,
hasta su corbata con nudo
de mariposa y el bigotito que le hacia juego, eran de color negro. Fue
anunciado, por un compañero, como un
poeta revolucionario. Se paró detrás de la mesa, miró hacia el
auditorio que lo observaba con curiosidad, ya que no era
costumbre ver aparecer por ahí
jóvenes de esa catadura, y leyó.
Con voz que pareció increíble en un
individuo de sus características, una larga y detonante
tirada de versos. Las palabras, las rimas, las metáforas,
resonaron, contras las paredes de adobe revestidas de apenas
una capa de cal, como truenos.
-Este es el Poeta Cohete – Murmuró el pintor.”
Oscura Vida Radiante
“Daniel, el poeta que el pintor
Gilbert llamara El Poeta Cohete debido a la explosividad de sus versos, lo
había metido entre las palabras —igual cosa había hecho con Gutiérrez—. “Con
las palabras y nada más que con las palabras y algunos signos, se puede hacer
prosa y se puede hacer poesía, es cuestión de saber usarlas, relacionándolas
entre sí por medio del significado y el sonido, el color y el carácter. Tú
debes escribir prosa —dijo a Gutiérrez— y reproducir, por medio de las palabras
que elijas, lo que ves, lo que te sugiere eso que ves y lo que sientes: aquí
tienes esta carretela: su caballo, el carretelero, el chicuelo que lo acompaña,
todo hay que describirlo. Si el caballo anda, sus herraduras producen sonidos.
Debes reproducirlos. A la vez el tiempo es fresco o caluroso, el cielo está
limpio o nublado. El rostro del conductor acusa un estado de ánimo. Deberás
captarlo y relacionar las circunstancias físicas y de cualquier índole que le
sirvan de marco”; y así, hablando y caminando durante cinco horas, el poeta
Daniel insufló a su joven amigo el afán de, por lo menos, averiguar si todo era
tan fácil; a Aniceto le habló de otras cosas, en la noche, aunque con la misma
finalidad, diciéndole cómo, por medio de las palabras, las poco independientes
palabras, pues pertenecen al cabrón y al historiador, al policía y al ladrón,
al alcahuete y al héroe, se puede hacer de todo: se puede, podría él, Aniceto,
expresar todo lo que sentía en sí mismo, lo que pasaba en él y por él, la
impresión que le causaba todo,
absolutamente todo, porque nada escapa al que está despierto y puede sentir; no
es necesario que describas, el poeta no debe describir, sólo debes decir lo que
sientes ante algo y por algo, y si no puedes describir puedes sintetizar, por
medio de comparaciones, la impresión que lo que sientes o ves o has visto te
causa; si encuentras las palabras adecuadas y los elementos exactos que deberás
usar para las comparaciones y las frases, habrás dado con el secreto, porque es
un secreto que no todos pueden conocer; todo lo que existe en el mundo y el
hombre o la mujer ven, todo lo que se dice que existe y nadie ve, es útil, y si
sabes tratarlo con las palabras debidas serás un buen poeta, llegarás a ser un
buen poeta; y Aniceto no preguntó para qué servía un buen poeta; le pareció
que, primero, había que intentar serlo, y aunque Daniel no habló las mismas
cinco horas que había hablado con Gutiérrez, pues habló menos, unas cuatro y
media, fue bastante: Aniceto quedó con el diablo de las palabras adentro y
escribía, peleando con ellas, poniéndolas y sacándolas; era un trabajo difícil,
pero tal vez en eso estaba el encanto; escribía toda vez que podía, y podía
bastante; sin embargo, al revés de Gutiérrez, que empezó escribiendo
introspecciones, él empezó hablando de asuntos que nada tenían que ver con él,
de seres y cosas que no conocía o que no tenían valor alguno para nadie, es
decir, valor comercial; algunas ni siquiera existían en el país; era un juego,
apasionante juego, y estaba lleno de él, lleno de palabras, de luces, de
colores, de sonidos, de intenciones. Era esa su perspectiva, no valía gran
cosa, pero era una. ¿Adonde llegaría? No lo sabía ni le importaba.”
“Gutiérrez, por su lado, andaba
siempre con una cara mustia: le habían destrozado no sólo la imprenta, le
habían destrozado también la Federación de Estudiantes. Además, sus amigos de
la Federación estaban presos o escondidos. No tenía con quién conversar ni
dónde trabajar, nada, y siempre daba a su compañero las peores noticias: Juan
está escondido, Santiago está preso, estaba escondido también, pero salió de su
escondite y lo agarraron, Pedro..., etc.; pero cuando dijo a Aniceto que
Daniel, el maestro de ambos, estaba preso también, aquél no le creyó:
—¿Por qué va a estar preso? Es radical y los radicales
acaban de
ganar una elección presidencial.
—¿Quién te ha dicho que Daniel Vásquez es radical?
—Así lo creo desde hace tiempo.
—Estás equivocado: Daniel es de la I.W.W.
El linotipista quedó con la boca abierta, asombrado.
—¿Daniel era, es, de los Trabajadores Industriales del
Mundo?
¿Anarcosindicalista ?
—Por supuesto, uno de los secretarios de la directiva,
junto con
Juan.
—¿Y por qué está preso?
—¿No lees el diario en que trabajas?
—No. Salgo tan cansado que no tengo ánimo de nada, ni
de leer
un diario.
—Te vas a embrutecer si sigues ahí. La policía de
Investigaciones
hizo lo que ha hecho muchas veces: urdió un complot
terrorista, con
cartuchos de dinamita y todo, y lo colocó en la I.W.W.
Están presos todos,
Daniel entre ellos.
—¿Y no has ido a verlo?
La cara de Gutiérrez se desencajó
un poco”
“Un amigo común, Bernardo, un
joven judío que estudiaba Medicina, le dio la idea de ir a visitar a Daniel en
la Penitenciaria. La tarde anterior habían comprado entre los dos algo para
llevar al poeta preso: cigarrillos, azúcar, café, té, y hoy, que era día
domingo, día de visita en ese lugar en que “acaban muchos guapos”, como dice la
canción, irían a visitarlo. Encontró a Bernardo en el centro, tomaron un
tranvía y se fueron conversando. Era un día espantoso, un domingo helado,
nuboso, y unas ráfagas como de hielo lo dejaban a uno tiritando.
—¿Qué has sabido de él? —preguntó Aniceto.
—Malas cosas. Parece que se ha puesto a pelear con el
Ministro en
visita que ha nombrado el Gobierno, un viejo carajo, y
éste lo tiene entre
ojos.
—¿Qué le ha dicho?
—Cuentan que el Ministro le
preguntó si era anarquista. Daniel le respondió de una manera que irritó al
vejete: “No tengo, señor Ministro, suficiente disciplina moral para pretender
ese título, que no mereceré nunca.” ¿Te das cuenta? El viejo se enfureció y le
contestó: “Usted aparece complicado en uno de los más graves delitos que pueden
cometerse en una república: atentado contra la seguridad interior del Estado.”
¿Sabes lo que le contestó Daniel?
—¡No! Dilo, por favor.
—Le dijo, encogiéndose de hombros:
“¡No hagamos teatro, señor
Ministro!” ¡Puchas! El viejo casi
se cagó de rabia; Lo mandó al calabozo, de vuelta. Está furioso con Daniel.
Aniceto hubiera podido reír, celebrando a su amigo, pero no tenía ganas de reír,
peor aún, temió por Daniel: algunos verdugos no perdonan al que es, delante de
ellos, arrogante, orgulloso, ni siquiera hermoso moralmente; buscarán
aplastarlo, hundirlo, afearlo, para eso
han
sido creados, para acabar con todos los que no son como ellos.
“Magallanes”, que viajaba a Punta
Arenas. Había que embarcar. Y como si el pito hubiese sido tocado para llamar a
un vendedor de diarios, un muchacho apareció corriendo en el muelle, voceando
varios periódicos. Alguien lo llamó y Aniceto compró uno y miró su primera
página. Casi se echó a llorar: anunciaba la muerte de Daniel. Decía: “Quien
conoció a Daniel Vásquez, quien lo trató y supo lo que su alma deseaba y
sentía, sufriría la misma sorpresa que nosotros al imponerse de que había sido
encarcelado por subversivo. ¡El poeta delicado siempre, a veces pesimista, el
autor de estrofas a la vida y al amor, tildado de tenebroso y confundido en una
celda con el ratero vulgar y con el asesino analfabeto! Y así como nos extrañó
su encarcelamiento, por lógica, de la
situación que se presentaba para Daniel Vásquez, recibimos la noticia de su
locura con mayor dolor pero con menos extrañeza. Aquel cerebro que en compañía
de las musas voló a regiones de
belleza y de bien, se le emparedaba con torpeza y naturalmente se le hacía
estallar....”
Periódico Anarquista la Batalla
Medallón
A José Domingo Gómez
Rojas
1914
Quisiera en una gema
de oros bizantinos
con mis
manos de artista perfilar tu cabeza
y
engastar los diamantes de tus
alejandrinos
en el
joyel de ensueños de tu blanca tristeza
En el
vaso de plata algún templo pagano
-decorado
con ricas y finas miniaturas-
yo grabara
la euritmia de tu perfil romano
y
escanciara la esencia de todas tus locuras.
Y
juntando mis gemas, mis joyas y mis
vasos
en un raro
soneto de tembladores pasos,
Yo te los
ofreciera como un regalo presente;
Y así
grabado en alma, con diamante y con oro,
seria como
un astro mi medallón sonoro,
enjoyado en
el mármol moreno de tu frente.
Rebeldías Líricas (critica de Manuel Rojas)
Mayo
1913
Con el titulo que me sirve de epígrafe para
estas líneas, hechas con apresuramiento, ha aparecido
el opúsculo de poesías de D.G Rojas, nuestro buen compañero de redacción
La poesía que me dedica en el libro y los datos de amistad y de lucha que me unen a él, me imposibilitan, casi, para hacer un juicio critico del libro
Sin
embargo- y haciendo a un lado a esta
señora parcialidad que a toda fuerza quiere colarse en este artículo- diré algo de lo malo que le
encuentro al folleto.
1
lo
que más afea a la obra son los dibujos,
que –dicho sea en engrandecimiento de la
verdad- son bastantes malos
2
luego
viene esa manía de Rojas de que a todos
los que les dedica poesías, los hace comulgar, sino con una persona, con un algo.
“a Gilberto
que comulga con Federico Nietzsche; a Guevara
que comulga con natura; a Silva que ha comulgado con las muchedumbres”
Esa
dedicatoria a Silva y Lillo yo no la habría puesto, aunque me la hubieran
pedido
No es
porque Silva y Lillo sean más grandes, como dijo alguien (y si han
ido más lejos, fue, porque empezaron primeros), sino porque no les importa nada de lo
que diga Gómez en su folleto
Al decir de
D.Rojas en las poesías que ha escrito a Silva últimamente, como es “Oda
a la bandera”, “ Romancero Naval”, no se ve en ellas el mismo nervio, ni la
misma sinceridad que el autor de “La
nueva Marsellesa”, “Bajo el sol de la pampa”, o “ El derrotero”
Lillo, ese
cantor de una raza como le llama Rojas, y cuando la matanza de
Forrahue, no fue capaz de protestar
(¿por qué?), es un patriota y uno de los que cree en el progreso, la
civilización y otras mentiras son buenas y verdaderas.
Y
Rojas rompe lanzas en contra de la
patria, el progreso y la “edad moderna”
Y se
comprende que no estará muy de acuerdo con él
Eso es todo
lo malo que encuentro en el opúsculo de
poesías de Rojas, nuestro buen compañero
de redacción.
Si en
las poesías hay forzamiento en el ritmo,
no lo sé. Me parece que no.
Si en los
temas hay poca originalidad, tampoco lo sé.
Sólo sé que
grandes poetas como ser: Chocano, Rubén Darío, Bórquez
Solar, y otros han escrito todo
sobre el mismo tema variando solamente
la métrica. El ritmo y las palabras.
Se
objetará que esos grandes poetas. ¡Que
lo sean! No por eso estarán exentos de faltas
Por lo
demás Rojas lo creo un poeta, del cual
se esperan buenos frutos
Sus gritos
del alma, son sinceros. Quizás lo sean demasiado. Varios han dicho que su rebeldía es vaga, sin razón y éste demuestra muy poca sicología en el que dice. Poco conocimiento de la vida
y de las almas.
Yo que he
visto muchos que fueron más rebeldes y
que lo son, sin haber sufrido mucho, niego eso.
Yo me quedo
creyendo que Rojas llegará a ser buen poeta
Rojas me
parece un concepto muy simpático. A los que estimen
su crítica, les diré que no hay
que ser verdugos con las flores que nacen.
¡Y allá va
un grito de aliento para el hermano que
dentro de poco, se unirá más y más a
mí, que hoy digo lo malo que tiene su
libro!
Eso es todo
lo que tengo que decir de Rojas, nuestro
buen compañero de redacción
Y para
finalizar este breve homenaje al gran Poeta Cohete, qué mejor que un poema donde muestra la savia de la
libertad, cólera de rabias y sentimientos
Fantasía sobre la
estatua Misere
1912, Rebeldías
líricas, José domingo Gómez Rojas.
Y al ver ante mi le mármol que impregna la
tristeza, comprendí toda injusticia humana
y comprendí que existía la
miseria. Y vi , ante mis ojos
desfilar las visiones mas
horrendas: esas que arrancan jirones del alma esas que crispan la inerte
materia… y vi con angustias infinita el arrabal inmundo y su laceria; las
vírgenes vi en los duros lechos reclinar sus cabezas ; vi mujeres gemir en el vil parto de crueles bajezas y
las vi lamentarse y vi al verdugo infame
que las veja, y al rico que las viola y
abandona al olvido , al dolor y a la pobreza. Y yo vi desfilar ante mis ojos. horrorizados de ver tal escena,
niños semidesnudos y hambrientos que marchaban mas tarde a 1as tabernas que
eran después carnada de hospitales , o
bien de cárceles crueles y horrendas y comprendí el porque
hay algunos que odian a1 que enseña.
Y vi la
explotación de os inicuos , vampiros de
un secta , parásitos infames que corroen , la sociedad moderna y a1 ver yo con
dolor la hipocresía a mi alma toda invadi6 la pena...Siguieron las visiones…y
yo vi desfilar larga caterva de obreros miserables que las Urbes humanas hacen
bestias: y vi rudos mineros, los
que esforzados bregan por extraer el oro a las montañas, fecundas de la tierra; y yo vi a los obreros
asesinos que marchan a la guerra ¡pobres que van a defender la
Patria y que nunca han
sabido lo que es ella, pues solo han ido a defender terruños o trapos viejos
que es de ricos esa patria y que la
patria de ellos es la tierra!
Ellos no saben que los trapos viejos de la Patria no son el sacro emblema, por la patria para ellos no existe, y si existe la patria
que es aquella que los vampiros negros
llaman fieros - ¡La humanidad: Quimera!...
Y vi los sacerdotes
de los cultos falsos, hipócritas de la modestia, y cual visión fatídica vi la
raza plebeya, la que sufre y no sabe que
su Patria es la tierra y que su emblema
hermoso es el gran cielo azul con
sol y estrellas!...
Y vi marchar cual
fieros asesinos, al compás de
una música de guerra, obreros llenos de odio
para dar muerte a hermanos en la guerra y profanar con sangre la faz
bendita de la madre tierra.
Y vi caer el plomo
de cañones la carnada…
Después vi la osamenta fecundando la tierra do sus hijos
para otros han de producir
riquezas; y yo vi con el dolor
del alma toda esa raza plebeya que marcha hacia los campos de batalla a matar a
sus hermanos de miseria…
La visión se deshizo
antes mis ojos, pero no la tristeza y cuando abrí mis húmedas pestañas y vi a la
pobre, moribunda vieja, - ¡ Esa es la
sociedad actual!- me dije, la sociedad moderna, la que es toda laceria y la que es cual sepulcros blanqueados
llenos por dentro de larvas infectas.
Y cuando vi la chica que tirita y busca tibieza, me pareció la juventud. La Pléyade de revolucionarios
que a levantarse empieza y que ha de apostrofar a los que explotan
con el rudo anatema, con el desprecio vil de la horca y la vergüenza.
Y mire por vez
ultima la estatua que impregna la tristeza, aquella estatua que el dolor humano
quiso llamar “miseria” y que expresa el
dolor de los que sufren y que de dolor
es: Todo poema!
Y como bello símbolo
mire a lo lejos la estatua “quimera” ¡OH la aurora se acerca! ¡Futuras
rebeliones, el toque del clarín vibrante suena! ¡Yo sé que un día el triunfo se entonara al vibrar de
Marsellesas!
Funeral del Poeta 1920
Hola, felicitaciones por el articulo sobre José Domingo Gómez Rojas, a partir del también grandísimo Manuel Rojas.
ResponderEliminarQuería consultarte por la fuente del artículo de MR sobre Rebeldías Líricas. Te agradecería si puedes darme pistas para hallarlo.
Saludos fraternales,
Gabriel Romero
gromeron@gmail.com
Hola Hermano, la fuentes es " Un joven en la batalla" Textos publicados en el periódico anarquista La Batalla 1912-1915. publicado por LOM 2012.
EliminarEspero te sirva.
Saludos.