Obreros, hermanos míos, ustedes para quienes trabajo con amor porque representan la parte más viva, más numerosa y más útil de la humanidad, y por ello encuentro mi propia satisfacción sirviendo su causa, les ruego encarecidamente leer este capítulo con la mayor atención, ya que es preciso que lo admitan, está en su propio interés material entender bien por qué siempre menciono a las mujeres designándolas como: obreras o todas . Para aquel cuya inteligencia está iluminada por los rayos del amor divino, el amor de la humanidad, resulta fácil comprender la concatenación lógica de las relaciones que existen entre las causas y los efectos. Para él, toda la filosofía, toda la religión se resume a estas dos preguntas – la primera – ¿cómo se puede y se debe amar a Dios y servirlo para el bienestar universal de todos y todas en la humanidad ? – La segunda – ¿cómo se puede y debe amar y tratar a la mujer para el bienestar universal de todos y todas en la humanidad? Estas dos